Llegamos a Edimburgo con las últimas luces del día. Es un decir, ya que a estas alturas del año no llega a oscurecer del todo, aunque sí que nos recibió una atmósfera tenue y húmeda, como de lluvia recién caída. Tras un rato testando nuestra conducción “a la inglesa”, llegamos a nuestro alojamiento. Una antigua granja restaurada y con todas las comodidades de un buen hotel, que nos haría de base durante las dos primeras noches y en la que gozamos de unos desayunos como en ningún lugar de Escocia se encuentran.
Desgraciadamente, una de las primeras noticias que nos llegaron fue que debido al mal tiempo marítimo se anulara una de las actividades más deseadas del viaje y que veníamos a hacer en esta zona, aun así, mantuvimos la esperanza para recuperarla al final de nuestro viaje, si el tiempo mejoraba.
Nuestra primera parada fue una de las islas del Firth of Forth, donde anidan diferentes especies de gaviota. Nada más llegar nos percatamos que no se ven demasiadas crías. El guarda de la zona nos lo confirmaba: este año, el mal tiempo ha hecho que las aves hagan las puestas más tarde que de costumbre. Aun así, gozamos de nuestra visita, procurando no molestar en exceso las aves. Ellas mismas nos avisaban si nos acercábamos demasiado a sus huevos y no nos cupo ninguna duda de por donde no hay que ir. Durante la visita pudimos fotografiar también algunos ostreros y unas pocas focas.
Seguimos nuestra ruta por la costa este a lo largo de interminables acantilados repletos de aves, en los que araos, gaviotas, fulmares y alcas se disputaban constantemente el territorio. Fotografiamos las distintas aves entre los coloridos tonos de las primeras flores de la primavera-verano que tapizan el suelo mientras, de fondo, vemos el ir y venir de las aletas de los delfines, que comparten la comida con las aves marítimas. Curioso, el único frailecillo de la zona, observa el ir y venir de las otras, no tan coloridas aves.
En nuestro camino, aprovechamos para visitar algún castillo, y para inmortalizarlo en su emplazamiento natural frente al mar. De fondo, los acantilados parecen seguir repletos de sus ocupantes alados, cuyo jolgorio se oye desde la distancia.
En este momento dejamos de lado la costa Este para descubrir el interior de Escocia: sus valles, ríos, lagos, bosques y montañas. Nuestro destino, los Caingorms, son la zona montañosa más destacada del país. Una vez allí decidimos perdernos entre bosques de pino caledonio, a la búsqueda de la fauna más esquiva y encontrando pequeños rincones idílicos que a más de uno le hacen pensar en los mundos mágicos de las hadas.
Pasamos la mañana entre renos. Esta especie se extinguió hace cientos de años a causa de la caza descontrolada, pero hace unas pocas décadas, un matrimonio Sami inició su reintroducción con total éxito. Por la tarde, los lagos de montaña y los bosques se convierten en nuestro territorio hasta la puesta de sol.
Una vez disfrutada la montaña nos dirigimos hacia el oeste. La Isla de Skye nos dio la bienvenida con una meteorología muy escocesa: sol, nubes, lluvia, viento y vuelta a empezar. No en vano los escoceses tienen su famosa frase “si no te gusta el tiempo que hace, espera 5 minutos”. Y es que es un no parar de cambios meteorológicos, que nos facilitan tomar fotografías de un mismo lugar como si lo hubiésemos visitado en distintos días.
Como siempre, Skye se presenta magnífica, con sus ríos, cascadas, lagos y acantilados. Esta isla podría merecer en sí un viaje dedicado únicamente a ella. Pasamos aquí tres días, en los que no faltó de nada y pese a las excursiones previstas, siempre tuvimos tiempo para las paradas espontáneas en ruta, a cada cambio de luz o aparición faunística. Skye nos brindó, además, nuestra mejor puesta de sol en uno de los lugares más bonitos de la isla, llevándonos además un recuerdo excepcional con el cambio de tonalidades en los tintes y las formas de las nubes sobre el mar.
Otro de los lugares que pudimos descubrir tranquilamente y con detalle fue el valle de Glencoe, conocido históricamente por la Matanza de Glencoe, en la que el Clan MacDonnald fue masacrado al completo por los invitados que habían aceptado su hospitalidad. El motivo de tal suceso se debió a que los MacDonald no habían actuado con la rapidez deseada en prometer lealtad al nuevo rey. Pese a la cruenta historia del lugar, el bellísimo paisaje invita a recorrer espesos bosques, cristalinos lagos y montañas impresionantes.
Una nueva parada nos lleva a la ciudad de Oban, conocida como la capital del marisco en Escocia. Allí nos espera una emocionante aventura por las islas Treshnish, Iona y Staffa. Durante más de 12h realizamos un viaje dedicado a las aves marinas, que nos lleva a fotografiar desde escasos metros a un gran número de frailecillos, araos y alcas, cuyos huevos empiezan a abrirse por estas fechas. Como consecuencia, se mueven continuamente del mar al acantilado, atareados por la búsqueda constante de alimento para los polluelos. También desde el barco divisamos algunos ejemplares de alcatraz y alguna colonia de focas. La guinda del día la pone Staffa, con el punto paisajístico gentileza de las formaciones basálticas que la conforman.
Finalmente y antes de regresar a Edimburgo, realizamos la hazaña más gloriosa del viaje: subir una montaña escocesa. De acuerdo que el Ben A’an, con sus poco más de 400m de desnivel no supone un gran desafío, pero las vistas que se obtienen desde su cumbre son de extrema belleza. El Loch Katrine, visto desde la cúspide piramidal del Ben A’an, es una vista para el recuerdo. ¡No en vano se dice que es el lago más bonito de Escocia!
Llegados a Edimburgo, brindamos con una cata de whisky mientras celebrábamos no solo el éxito del viaje, sino la gran noticia de que, la excursión que se canceló por mal tiempo al principio del viaje, podemos recuperarla el siguiente y último día del viaje. Por supuesto, aprovechamos esta oportunidad sin pestañear, pudiendo, finalmente, visitar la colonia de alcatraz atlántico más grande del mundo. 150.000 ejemplares nidifican en esta isla, que da nombre a la especie. Una experiencia imposible de olvidar, que todos los asistentes podemos catalogar como una de las mejores experiencias de nuestras vidas. Sin duda un final de viaje insuperable.
Gracias Fina, Pere, Jaume y Paco, por vuestra compañía y por ser como sois, espero que lo hayáis disfrutado mucho y que pronto volvamos a vernos. ¡Para los que no habéis venido, aquí van unas fotos más!
Este es un viaje de Marta Bretó, organizado junto a AUSTRALphoto y Descubrir Tours. Si quieres ver más viajes como este puedes visitar la página http://martabreto.com/viajes-fotograficos/ o la página https://indomitus.eu/nuestros-destinos/ y podrás escoger entre la variedad que encontrarás en cada lugar.
Un recull excel·lent, uns dies fantàstics amb experiències inolvidables.
Gràcies, Marta, per ser com ets, i a tots els companys del grup.
Estic procesant encara les fotos del viatge, i vaig a poc a poc, per continuar gaudint del viatge.