La noche de la Luna roja

Con la noche llegó la oscuridad. Una oscuridad que no lograba reinar, porque una gran luz iluminaba el cielo. Allí estaba, más grande y hermosa de lo que suele mostrarse, nuestra luna. Mostrando como siempre su “perfil” bueno enteramente iluminado por el Sol desde algún lugar que nuestra vista no alcanza ver.

Y allí estaba yo, con la mejor compañía, adentrándome en el bosque, para llegar al lugar escogido, donde asentaríamos nuestro pequeño campamento. La intención: disfrutar del eclipse en medio de la naturaleza.

A lo lejos, todavía podían verse las luces de algún pueblo o ciudad pero nuestra vista se dirigía hacia arriba, donde se encontraba la Luna más grande del año, también conocida como Supermoon o Superluna, debido al incremento aparente de su tamaño al encontrarse en el momento en el que su órbita se encuentra más cercana a la Tierra.

 

 

De repente, algo pareció cambiar. Miré al cielo y una leve mancha oscura parecía invadir la superficie de la Luna. Algo se interponía entre ella y el Astro Rey. Nosotros. Poco a poco, la oscuridad empezó a reclamar su territorio y permitiendo resurgir a las estrellas más brillantes.

De golpe, como un suspiro, la última línea de luz reflejada por la Luna se apagó, dejando paso a un escenario irreal, un paisaje apocalíptico presidido por una sangrienta Luna roja que no podía dejar de mirar. No es de extrañar que en la antigüedad este fenómeno desatara el pánico entre los observadores, que lo veían como un mal augurio.

Tumbarse en el suelo y mirar hacia arriba era lo mejor que se podía hacer en aquél momento. Un escenario único, en el que las estrellas y la Luna llena pactaban una tregua para mostrarse al unísono a todo aquel que, a aquellas altas horas de la noche, quisiera gozar de tan bello momento.

 

 

Decimos que el eclipse de Luna es total cuando ésta pasa completamente dentro del umbral (el cono de sombra originado por la Tierra iluminada por el Sol y que se proyecta sobre nuestro satélite). Durante esta fase, de aproximadamente una hora de duración, la Luna no desaparece sino que se vuelve roja debido a la propia luz solar difundida por la atmósfera de la Tierra.

Fases del eclipse

 

La Luna en la zona umbral.

 

Una leve brisa rozaba nuestros rostros en todo momento y poco a poco la humedad se apoderó de todo lo presente: objetivo, cámara y todas nuestras pertenencias empezaron a empaparse y gotear. Incluso hubo momentos en los que el objetivo se empañó por completo, dificultando algunas tomas.

Aunque yo llevaba desde la puesta de Sol y salida de la Luna (sobre las 19,30h) dando vueltas por la montaña con mi cámara, el espectáculo empezó sobre las 3h de la madrugada y duró algo más de 3h, seguido por la puesta de Luna, poco antes de la salida del Sol, momento en el que aproveché para echar una cabezadita antes de volver a casa, donde dormiría hasta la hora de comer.

 

 

Realmente no se si los resultados obtenidos son muy impresionantes o si simplemente son “una foto más” del eclipse, pero la experiencia del momento vivido realmente es lo que encuentro más importante. Llevamos un año interesante con los eclipses… ¡ahora toca esperar al siguiente!

1 comentario en “La noche de la Luna roja”

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