Ayer fue un día de esos. Un día de esos en los que te preparas para la foto, pero que la foto no viene. La localización, el material, el paisaje, el día y la hora justa. Los colores del atardecer cambiaban mientras el Sol bajaba y en un claro entre las nubes esperaba ver la joven Luna creciente al 2% sobre aquella montaña concreta, pero el leve manto de estratos y la poca intensidad de la luz reflejada por la Luna hicieron que esto no fuera posible.
Sin embargo, disfrutar de ese espectáculo, aquellos colores … Aquellos colores en el cielo mientras el Sol caía, la mágica luz que recorría el contorno de las nubes cuando éste ya se había puesto bajo el horizonte, el cambio en la brisa, el azul volviéndose rojo y azul de nuevo, el cielo apagándose, la ciudad encendiéndose, y dentro de esta, la gente cocinando, cenando, viendo la televisión, haciendo vida, sin disfrutar de estos pequeños detalles de la naturaleza, perdiéndose el espectáculo que día a día se repite.
No siempre sale la fotografía, pero siempre se disfruta el momento.