Llegamos al Valle de Aran bajo un sol abrasador. Todo apuntaba a que el Phototrekking de invierno mutaría en uno de primavera, pues la nieve no se dejaba ver en las laderas que dan la bienvenida al llegar. Por suerte, el valle, como de costumbre, nos reservaba una agradable sorpresa.
Así pues, después de una noche estrellada en la que pudimos gozar de un cielo limpio de contaminación lumínica y del brillo de las estrellas en una noche en que la luna permaneció escondida bajo el horizonte, nos calzamos nuestras raquetas de nieve y empezamos nuestra excursión bajo una breve pero intensa nevada.
Parecía increíble, pero pese a la falta de nieve en el resto del valle, una vez en la ruta parecía que la primavera aún quedaba lejos de aquél lugar. Las colinas blancas hasta donde alcanzaba la vista, marcaban el camino a seguir. Además, aquella nevada de bienvenida nos dio el empujón para dar el pistoletazo de salida a nuestro Phototrekking.
Nos pasamos el día fotografiando las diferentes escenas que se nos ponían a tiro, aprovechando el paso de otros senderistas con raquetas, excursionistas que subían montaña arriba, hacia rutas más extremas e incluso el paso de los caballos, que recorren el lugar. Nos tomamos nuestro tiempo también, para adentrarnos en el bosque, saliendo del itinerario marcado y buscando así nuevos puntos de vista y rincones escondidos, a la espera de ser fotografiados.
Tras una larga jornada llegamos al refugio, donde después de un merecido descanso, retomamos el camino para visitar el pueblo abandonado de Montgarri. Caminando por la zona se puede observar cómo, algunos de los muros de piedra seca (en los que nos e utilizaba cemento), siguen hoy en día en pie, como recuerdos de un pasado no tan lejano.
Por la noche, de nuevo, tuvimos una gran suerte con las estrellas, pues la luna seguía escondida toda la noche y las nubes ni se atrevieron a hacer acto de presencia, dejándonos un impecable cielo nocturno para retratar, presidido por las constelaciones de Orión, Canis Major, Tauro y las Pléyades.
Tras un merecido descanso, retomamos el camino el domingo por la mañana, desdibujando nuestra ruta por un nuevo camino, que nos abrió una ventana a un nuevo punto de vista del mismo paisaje y además, nos permitió compartir la jornada con las motos de nieve y los trineos de perros que frecuentan la zona, pudiendo así lograr un reportaje más completo.
Finalmente llegamos al punto final de nuestra ruta, con un montón de buenas fotografías y mejores momentos en nuestras espaldas. Tras celebrarlo con una buena y abundante comida, nos despedimos hasta la próxima ocasión.
Aquí os dejo con la foto de grupo y una pequeña galería por si queréis ver más fotografías de este apasionante Phototrekking. El año que viene, ¡no puedes faltar!