A lo largo del territorio bosques caducifolios y de coníferas, se alternan con prados alpinos y subalpinos, mientras que la parte baja queda marcada de un extremo al otro por el Río Garona, que nace en el Pla de Beret y resigue todo el territorio aranés hasta a Francia, donde se hace navegable y en especial Burdeux, donde desemboca. Siete espectaculares valles conforman su geografía y dan nombre al territorio (no en vano Val d’Aran significa valle de valles en euskera).

En cuanto a la fauna destacan los mamíferos terrestres como la liebre de bosque, la ardilla, el rebeco, el jabalí y el oso, pero no hay que olvidar otros animales como el urogallo, el quebrantahuesos y la perdiz entre las aves y la lagartija aranesa y el tritón pirenaico en cuanto a los anfibios. Para llegar a la Val d’Aran hay dos posibilidades: se accede por el este a través del Puerto de la Bonaigua, cerrado a veces en invierno a causa de las fuertes nevadas y la acumulación de nieve repentina en la carretera, que empieza en Esterri d’Àneu, el valle vecino. Otra opción y quizás la más conocida es a través del Túnel de Vielha, en el sur.

Una vez traspasado el túnel, el paisaje cambia de golpe: el valle se estrecha, el aire es más fresco y si nuestra visita es invernal, la nieve seguramente nos acompañará des del primer instante. No se tarda en tener la primera vista del valle, con los pequeños pueblos repartidos a ambos lados del río y montaña arriba. Hacia la derecha nos queda el Naut Arán (Alto Aran), con su culminación en la conocida estación de esquí Baqueira Beret. Hacia la izquierda el Baish Aran (Bajo Aran), que lleva hacia las puertas de Francia y delante nuestro el Mitjaran, con la capital, Vielha. A nuestro alrededor, infinitas montañas parecen alzarse y rodearnos. Algunas de las más elevadas son el Tuc de Molières (3010 m), el Gran Tuc de Colomèrs (1933 m) y el Montardo (2833 m)