Situémonos mucho tiempo atrás, antes de las grandes ciudades, antes de la electricidad, cuando la luz de la Luna y las estrellas era la única iluminación nocturna. Esta luz tan tenue hacía posible incluso que la gente se viera la cara en la noche más oscura y permitía la visión de un impecable espectáculo nocturno. Ahora, volvamos al hoy, esperamos que oscurezca y salimos a la calle o a la terraza con la vista hacia el cielo y podemos reconocer escasas estrellas que se pueden contar con los dedos de la mano.
Durante una conferencia de astrofotografía me sorprendió la siguiente afirmación; tres de cada cuatro personas en el mundo nunca han visto la Vía Láctea. Una afirmación que si bien es cierta, es también muy triste.
La «desaparición de la Vía Láctea» en el cielo nocturno es debido a la contaminación lumínica causada por miles de luces distribuidas en las zonas habitadas e industrializadas del planeta como las farolas de la calle, anuncios luminosos y la propia luz de las viviendas entre otros. Todas estas luces, mal gestionadas, envían su energía en todas direcciones, incluyendo hacia el cielo (que no necesita ser iluminado).
Cuando enseño mis fotografías de paisaje nocturno, a menudo la gente me pregunta si lo que les estoy enseñando es real. Algunos de ellos admiran unos cielos que recuerdan haber llegado a ver tiempo atrás mientras que los más jóvenes, algunos de los cuales nunca han podido disfrutar de la visión de un cielo nocturno libre de contaminación lumínica, quedan boquiabiertos ante la posibilidad de un cielo tan inmensamente estrellado.
En fotografía de paisaje nocturno, la contaminación lumínica nos afecta también de forma negativa, no sólo por la inherente dificultad de ver y captar con la cámara fenómenos como la Vía Láctea o la Luz zodiacal, sino que además, tiñe de colores insospechados el cielo en las nuestras fotografías. Sólo tenemos dos opciones para paliar sus efectos: una es trampear manipulando los grados Kelvin (temperatura de color) para forzar colores más fríos y el otro, es irse a una zona o un país que no tenga este problema ( es conocido que en zonas como Marruecos o el desierto de Atacama hay unos cielos impecables), pero no todo el mundo se puede permitir esta opción.
Lo que sí se puede hacer es, siguiendo la frase de Sun Tzu en el libro, el Arte de la Guerra, «si no puedes con tu enemigo, únete a él». ¿Qué quiero decir con esto? Pues que aparte de intentar paliar los efectos gracias a la temperatura de color para forzar los tonos azules, lo que podemos hacer es aprovechar estos tonos cálidos para acentuar y crear escenarios de apariencia mística o irreal. En mi caso, a veces al ver que el cielo que estoy fotografiando tiene una dominante lila debido a la contaminación lumínica, lo que hago es aún forzar más la temperatura de color y que se vea claramente lila.
Si esta opción no os convence, está claro que necesitáis coger el coche y alejaros lo máximo posible de la contaminación lumínica, para obtener los cielos más estrellados y oscuros posibles. Aquí os dejo un enlace donde podéis consultar las mejores zonas para fotografiar el cielo nocturno en todo el mundo (haciendo zoom, podemos acercarnos al punto que más nos interese) y un enlace donde encontraréis más información sobre la contaminación lumínica, para aquellos que quieran profundizar en el tema.
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