Este fin de semana me he reunido con un gran número de fotógrafos, biólogos y viajeros en el Simposium anual de Naturaleza y Fotografía de Vila-real, organizada por EDC Natura y la Fundación Omacha. Tres jornadas de charlas, audiovisuales y mesas redondas entorno a la naturaleza y su conservación.
Precisamente el sábado, asistíamos a varias e interesantes charlas y ponencias de grandes montañeros como Sebastián Alvaro, Ramón Portilla y Marta Alejandre. Fue durante esas charlas cuando alguien difundió la noticia: un terremoto de 7.9 grados en la escala sismológica de Richter acaba de suceder en Nepal. En seguida nuestras mentes nos hacen pensar en el compañero Javier Camacho, quien estos días se encontraba en la zona, intentando la ascensión al Lhotse (8516 m), y seguidamente en el gran número de alpinistas y montañeros que deberían rondar la zona del Himalaya.
Al poco rato, confirmamos a través del blog de Camacho que se encontraba en perfecto estado, dispuesto a ayudar a rescatar heridos y fallecidos en el campo base del Everest, pero también oíamos sobre el aún creciente número de víctimas mortales en Nepal.
A día de hoy, se han producido una cuarentena de réplicas, que no solamente han acabado con templos y esculturas budistas, sino que además han dejado gran parte del país sin comunicaciones y una apabullante cifra de víctimas mortales que ya roza las 4000, entre ellos 22 montañeros que quedaron sepultados en avalanchas provocadas por el propio terremoto, en el Everest.
La naturaleza no solo es bella, curiosa y creadora, sino que también es salvaje, cruda y destructora. Ella no entiende de justicia, de dinero, ni de amor. Amor que sentían por ella estos montañeros y que murieron amándola todavía, abrazados entre sus fríos y blancos brazos, ahora descansan.
Un momento triste. Para las familias de las víctimas, para toda esa gente ahora sin hogar, por los heridos que llenan las salas y suelos de hospitales que no dan abasto. Nuestros pensamientos con ellos.
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Nota: Las fotografías de este artículo no son del Nepal, sino del Teide (3718m), pero las he encontrado adecuadas para acompañar mis palabras.
Es totalmente desolador, Jordi y yo estuvimos en Nepal ahora hará siete años, y cada vez que vemos las imágenes que llegan desde allí se nos remueve todo por dentro.
Allí conocimos gente que recordamos con cariño y ahora no sabemos como deben estar, pudimos recorrer ciudades y pueblos que han quedado totalmente devastadas con la consecuente pérdida de patrimonio artístico y cultural (recordemos que el turismo es una de las principales fuentes de ingresos del país).
Desde lo más dentro de nuestro corazón un abrazo y todos los ánimos del mundo a todo el pueblo nepalí.
नेपालका लागि एक ठूलो गले